miércoles, 11 de febrero de 2009

Traeme a la vida

Nunca en mi vida habia ido a un funeral, y no fue muy agradable que a la primera persona que veria muerta fuera a mi propio padre.

Me acuerdo de ese lugar casi de memoria : una primera sala llena de sillas ( y quedaban personas de pie) repleta de gente que yo no conocia y de otros desagradables que llorando venian a darme el pésame y a contarme que mi papá habia sido un muy buen hombre ( a los que yo les respondia, con odio, que lo sabia,que era mi papá) y otra sala con un cajón y mi papá adentro.

Caminé unos pasos (pedi que me dejaran sola) y verifiqué: era a cajón abierto.

Lo miré por unos segundos, y le dije algo que no recuerdo, en voz alta.Le acaricié el rostro y lo noté terriblemente frio. Esperé ahí un rato y le pedi a Dios que todo eso fuera una broma, que papá se levantara o despertara, y me fuí con mi mamá, que lloraba sentada en una de las sillas, rodeada de gente que no paraba de llorisquear y molestar.

La siguiente parada, fue el Cementerio de la Chacarita.

Bajaron el cajón, lo enterraron en la tierra, y a otro tema.

Es tan extraña la forma en la cual, en dos dias, se puede destruir tu mundo.

Al volver a mi casa, en el auto que venia en el "pack" de la funeraria (te velamos a tu muerto y despues te llevamos a tu casa sin cargo) se escuchaba "Bring me to life" de Evanescence, y yo sabia inglés (quien no conozca la letra, busque una traducción). El chofer ofreció apagar la musica. Yo, masoquistamente, pedí que la dejara.

Llegar a mi casa, fue lo peor de todo. Entrar al lugar, y saber que ahí falta algo, y siempre va a faltar, es horrible.

Dos dias tardé en "reponerme" , y el Martes siguiente (el entierro fue el Sábado) , yo ya estaba de nuevo en el colegio.

No se si era porque teniamos 12 años en aquel momento, o si era porque tenia compañeros estúpidos (ok, si, los tenía) pero aquel dia , en la formación de entrada, la única que me saludó y me dió el pesame, fue Marizza, la maestra.
Nadie mas se acercó a mi en ese dia, y de hecho , mis "amigas" me esquivaron con el lema de que "no sabian qué decirme". Idiotas.

Dias después, fue el acto final y yo ,como ya dije, fui escolta. Después de la entrega de la bandera a la que iba a ser la proxima traga...digo, la proxima abanderada, los directivos hicieron una especie de fiesta en el salon de enfrente, e intentaron (y lograron) que fuera mas del estilo "juvenil" y pusieron como musica mucha cumbia, "el meneaito" y todo ese tipo de cosas que hicieron que las mas "putas" se pusieran a bailar refregandose a los chicos, meneándose de un lado al otro y que otras tantas y tantos se subieran a las mesas.En fin, eso se volvió un descontrol y un asco.

Fin, se terminaba el septimo grado y con él mis desiluciones amorosas, mi mal pasar de amistades y mis problemas con la soledad.
Si en aquel tiempo hubiera sabido como iban a seguir las cosas, me hubiera dicho a mi misma "esperá, Romi, que lo mejor esta por venir".

1 comentario:

  1. Hola Romina!
    En primer lugar, te quería agradecer los halagos hacia mi blog. De vez en cuando a una le gusta que le suban un poco el ego y le den un empujoncito para seguir haciendo lo que hace. Es mi caso constante, me detesto porque a veces siento que necesito de la aprobación externa para sentirme mejor. Por si te lo preguntás, vos también escribís muy bien, me gusta lo que hacés, cuando tenga más tiempo leeré tus entradas anteriores.
    En segundo lugar... es muy triste lo que contás en ésta nota... No me imagino lo que es perder a un padre por suerte, pero sí se lo que es perder gente realmente allegada a una. En mi caso perdí a mis 4 abuelos... y cada uno fue un dolor diferente...pero mis abuelas...fueron algo que realmente me marcó. De hecho el fallecimiento de mi abuela materna (la última en irse) me hizo replantearme cuestiones religiosas (mejor dicho, me sumió en un agnosticismo que nunca había transitado) y hasta me hizo tenerle un inestimable miedo a la muerte. Durante meses me la pasaba todo el día pensando en eso, a la noche no podía dormir por la misma razón. Fueron meses de tortura para mí. Por suerte en algún momento se esfumó esa locura que viví poco más de un año atrás y ahora ya no pienso tanto.
    A veces creo que es mejor no pensar. Aunque parezca ignorante, pero prefiero no pensar y no sufrir.

    Bueno Romina, me voy que me llama el deber (los apuntes de la facu)... te mando un beso!!

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